Es verdad que en
la vida, precisamente en esta vida, la de este mundo, hay muchos caminos pero,
también es verdad, que ninguno es camino de verdad ni de verdadera vida eterna.
Todos son caminos de perdición y de muerte, salvo el que nos señala Jesús,
nuestro Señor.
Espíritu Santo,
que has bajado a mi humilde persona en el instante de mi bautismo, dame la
fortaleza, la luz y la capacidad de discernir el bien separándolo del mal y
renunciando a mis egoísmos e insolidaridades.
Solo hay un Camino
de Verdad y de verdadera Vida plena de gozo y felicidad. Y ese Camino es el
Señor, que se hace presente entre nosotros, nos da su Palabra, realiza sus
Obras de poder y grandeza y nos enseña el Camino para siguiéndolo llegar hasta
su Padre, donde viviremos eternamente en gozo y felicidad.
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