Y así ha sucedido.
No hay lugar, ni pueblo donde María, bajo diferentes advocaciones, sea venerada
y tomada como patrona. Es la Madre de todos los hombres y Madre de Dios.
Sé, mi Señor, de
mi debilidad, de mis egos y tentaciones. Y, también sé, que sin tu presencia y
asistencia no podré hacer frente a todas esas debilidades que salen de mis egos.
Dame la fortaleza, la sabiduría y la paz de poder superarlas y vivir en tu
presencia.
En ella
encontramos ejemplo, testimonio y consuelo para fortalecernos y superar todos
los obstáculos que el camino de nuestra vida nos va presentando. Y un refugio
de Madre que nos acompaña, intercede por nosotros y nos anima a ponernos en pie
y levantarnos para ir en busca del encuentro con su Hijo. Amén.
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