A veces podemos
caer en el error que nos basta a nosotros solos. Y eso nos lleva a actuar por
nuestra cuenta. Nos sentimos lo suficiente misericordioso y compasivo para hacer
el bien y, quizás sin darnos cuenta, llegamos a pensar que Dios no nos hace
mucha falta.
Y yo quiero,
Señor, aunque sé que no lo hago como me gustaría, amarte sin condiciones y tal
como Tú me amas. Sé también de mis debilidades, mis pecados, mis fracasos, mis
engaños, mi ignorancia, autosuficiencia y todo lo que me aleja de Ti. Pero,
también sé, Señor, que Tú estás a mi lado y de tu Infinita Misericordia.
La cuestión que actuando por nuestra cuenta nuestra manera de amar será según los latidos de nuestro corazón. ¿No es nuestro corazón imperfecto, contaminado por el pecado? Luego, de él no se puede esperar esa misericordia y compasión suficiente para amar de la misma manera que nos ama nuestro Padre Dios. Por eso, simplemente por eso, necesitamos estar unidos a nuestro Padre Dios para recibir las fuerzas y misericordia para poder actuar según su Voluntad, y no la nuestra.
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