Cuando tratas de
vivir en la verdad y ser coherente, tu vida experimenta rechazos,
enfrentamientos y luchas. Siempre hay quienes rechazan la verdad, seducidos por
el poder y la riqueza, y se refugian en la mentira. Y nunca dejarás de
encontrar riesgos y problemas.
Sé, Señor, que sin
tu presencia no podré avanzar. El mundo y sus seducciones me pueden; el
demonio, aprovechando las debilidades de mi propia carne me somete, y sin Ti,
Señor, nada puedo hacer. Levántame, Señor, y dame la fortaleza, paz y sabiduría
para poder avanzar y vivir en y según tu Palabra.
En ese sentido,
seguir a Jesús origina fuego y división. Incluso dentro de tu propia familia, e
incluso en la misma Iglesia. El pecado siempre está presente en nuestra vida y,
de no vislumbrarlo y medicarlo con la oración y sacramentos, terminará horadando
nuestro corazón, debilitándolo y sometiéndolo al mundo, demonio y carne. La
lucha está, pues, abierta, y Jesús, el Señor, es nuestra salvación.
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