El bautismo es la
puerta de entrada. Por él nos hacemos hijos de Dios, y, si hijos, coherederos
de su Gloria en Xto. Jesús – Rm 8, 17 –. De ahí la relevancia e importancia que
tiene el ser bautizado, consecuencia, por tanto, de nuestra fe.
Señor, Tú lo sabes
porque nada hay oculto a Ti. Quiero serte fiel y vivir en tu Palabra y
Voluntad. Pero, Tú lo sabes, soy débil y fácil de seducir. Dame la fortaleza,
paz y sabiduría para superar todos los obstáculos que me impiden seguirte y
cumplir tu Voluntad. Amén.
Y, por nuestro
bautismo, nos sentimos correspondidos a actuar de la misma manera. Es decir,
proclamar que el bautismo es la puerta de entrada, por la fe, a ser hijos de
Dios y, en consecuencia, coherederos con y por Cristo Jesús, de la Gloria de
nuestro Padre Dios. Por tanto, deseamos proclamar a otros que Dios es nuestro
Padre y estamos llamados a heredar su Gloria por los méritos de su Hijo,
nuestro Señor.
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