No es cuestión de
mirar resultados, de hacer estadísticas o estar preocupados por no ver avances
en nuestra vida espiritual o de conversión. La cuestión es tener confianza,
confiar y creer en la Palabra de nuestro Señor y ponernos en sus manos.
Señor, me doy
cuenta de lo que me cuesta ser cariñoso y delicado en mi propia familia, y con
los demás. Por eso, te pido que transformes mi corazón endurecido y bronco en
un corazón tierno, delicado y cariñoso.
Los frutos
llegarán cuando el Señor lo quiera. Todo es por su Gracia. Para eso ha venido a
nosotros el día de nuestro bautismo el
Espíritu Santo. Él, con nuestro permiso – pues dependerá de que le dejemos
entrar en nuestro corazón – hará el trabajo a través de nosotros. Así fue desde
el principio – Hechos 2, 36 – tras, los apóstoles, recibir el Espíritu Santo.
Siempre, aunque
trates de evitarlo, estarás inquieto y en actitud de búsqueda. Una búsqueda de
algo que te satisfaga, que te llene, que te deje bien, feliz y en paz. En otras
palabras, buscarás la felicidad y no descansarás hasta lograrla. Descubrir
donde está es tu gran Tesoro.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.