No se hace fácil reconocer a
quien se conoce ya desde niño como el Mesías que se espera. Si nos ponemos en
el lugar de aquellos paisanos de Jesús, incluso los que habían jugado de
pequeños con Él, lo entendemos mejor. Sin embargo, sus palabras y milagros nos
deben hacer pensar.
Señor, reconozco
humildemente tu Infinita Misericordia, y gracias a ella me sostengo en la
esperanza de levantarme de mis caídas y seguir en el esfuerzo de serte fiel. Y
sigo en la lucha de cada día, porque Tú, Señor, me sostienes y me perdonas
todas mis faltas y pecados. Gracias, Señor.
Y nos deben llevar a reconocer que esa sabiduría y autoridad con la que habla nos están presentando a una Persona diferente. A Alguien que nos está revelando el plan de Amor y Misericordia que tiene Dios, su Padre, y que, a través de su Hijo, Jesús de Nazaret, nos lo está revelando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.