La
historia nos lo evidencia: los poderosos oprimen a los pequeños y pobres, pero,
a pesar de sus fragilidades, la presencia de Dios está siempre presente en la
historia y, por mucha violencia de los Herodes de todos los tiempos, nunca
acaban con ellos.
Señor,
hay momentos de debilidad, de decaimiento físico que impiden mantener mi deseo
espiritual. Haz que siempre supere a la enfermedad y no decaiga mi
espiritualidad y mi relación íntima contigo. Dame, Señor, las fuerzas para
sostenerme unido a Ti. Amén.
El Hijo de Dios, ha venido a liberar a los pobres de la esclavitud del pecado, y de la esclavitud de los poderosos, que los oprimen y someten hasta el punto de disponer de sus vidas, como es el caso de Herodes con Juan el Bautista. Sin embargo, siempre está la esperanza de un Libertador que nos levanta con su Amor y Misericordia.
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