sábado, 26 de abril de 2014

LA NOCHE, UN BUEN MOMENTO PARA PENSAR

Pronto nos damos cuenta que puedes tener fe, pero no por eso tu vida se desenvuelve coherente según tu fe. Al fina resulta una paradoja, digo que sí, pero actúo como no. Es decir, confieso creer pero vivo sin tener en cuenta esa fe. Así, oímos a muchas personas decir que creen en Dios pero no en los curas, incluso personas que se acercan a bautizar a sus hijos o que se casan por la Iglesia.

La fe exige, no sólo confesarla, sino vivirla, y se vive en la medida que te esfuerzas en adaptar tu vida a los compromisos que esa fe te pide de forma libre y voluntaria. Sin embargo, y eso es lo más importante, ocurre que muchos intentan vivirla desde sus propias fuerzas y a su manera. Y eso es lo mismo que resistirse a creer, porque la fe es un don de Dios.

La fe es un don de Dios, y como tal hay que pedirlo, buscarlo y vivirlo desde, con y por Él. Sólo desde permanecer injertado en Jesús encontraremos fuerzas para avivar, aumentar el crecimiento de nuestra fe.

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