En ocasiones piensas que no vas a poder continuar el camino. Al menos tal y como te gustaría seguir o con la misma marcha que llevas ahora. Ocurre que miras al futuro y recuerdas el pasado, y te cansas. Porque Dios es presente, siempre presente y nunca pasa ni será. Es simplemente eterno presente.
Y como presente no mira el pasado ni el futuro porque no los tiene. Esa es nuestra esclavitud. Estamos atados al pasado y al futuro y no vivimos plenamente el presente. Necesitamos la Gracia de Dios para salir de esta temporalidad y hacernos también presente. De esa forma el camino nunca cansa porque siempre es hoy.
Dios no tiene pasado ni futuro, es presente, es eternidad. Siempre ha estado, está y estará.
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