Hay momentos que creo haber llegado a lo más alto de mis posibilidades. Experimento que mi fe no puede subir más, y que mis talentos están ya al máximo. Entonces descubro que todo depende y es de Dios. Sin Él no soy capaz de nada, y con Él lo puedo todo. Eso me ayuda a encontrar paz, porque lo que soy es obra de Dios y, a pesar de mis esfuerzos, no seré más sino lo que Dios ha pensado que sea.
Hacer lo que sé y puedo, lo mejor posible, sobrenaturalizando lo natural y naturalizando lo sobrenatural, es la mejor respuesta que puedo dar a la acción del Espíritu Santo en mí. Dejarme guiar en la esperanza que la Misericordia de Dios perdonará todas mis limitaciones y pecados es depositar toda mi confianza en la Gracia del Señor.
Y caminar siguiendo tus pasos, Señor, es descubrir mi pobre fe en tu presencia y confesar mi confianza en tu Amor.
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