Al anochecer y en el silencio de la noche, llegada la hora del descanso, me asaltan las vivencias vividas durante el día. Es la oscuridad y el silencio buen caldo donde afloran los sentimientos y actitudes, y donde descubres lo bien hecho y lo no tan bien.
Experimentas la debilidad de sentirte incapaz de superar muchas actitudes, que sientes sometidas por tu naturaleza caída y mal herida. Descubres que tú sólo no puedes enfrentarte a la tentación y al pecado y buscas refugio en quién te pueda ayudar.
Levantas la mirada y encuentras la mirada de Dios, y experimentas que con Él puedes continuar la lucha y atreverte a superar los obstáculos del camino.
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