Cuando te sientes suficiente rechazas todo tipo de ayuda y experimentas que puedes con todo. Te sientes fuerte y crees que no necesitas nada y de nadie. Entonces, descubrir la necesidad de Dios se aleja mucho de tu corazón. En esos momentos estás más cerca del lado del Maligno que de Dios, y sin darte cuenta te sometes a su voluntad.
Experimentar la necesidad de Dios exige sentirte pobre y necesitado, pero no son sentimientos los que descubren tu pobreza, sino la experiencia de búsqueda de felicidad y eternidad, y eso sólo lo encuentras y te lo puede dar Dios.
Por eso, el ansia de felicidad y eternidad que todos buscamos nos enseña nuestra pobreza y limitaciones y nos pone en relación directa con nuestro Creador y Padre Dios.
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