sábado, 16 de agosto de 2014





No es cuestión de creer o no creer. Es cuestión de fe, y la fe es fiarse de Alguien de quién me fío. Y me fío a pesar de que haya momentos de dudas, de silencios, de ausencias y de contradicción.

Me fío y me fe se sostiene ciegamente en el Señor que me sostiene y me promete el gozo y la felicidad eterna. Él mismo me lo ha revelado, y todo en Él se ha cumplido, hasta su Resurrección.

Por eso me fío y creo en su Palabra, y me esfuerzo, con la fuerza de su Espíritu en seguirle y en vivir según sus mandatos.

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