martes, 19 de agosto de 2014



El amor es amor cuando es regalado, porque de mediar algún interés se convierte en objetivo, fin o meta. El corredor corre hacia la meta con el afán de llegar el primero, pues sabe que de serlo tendrá su premio. No corre por amor sino por interés. Igual nos ocurre en la vida, hacemos un trabajo por el interés de conseguir a cambio un salario.

Sin embargo, Dios nos regala todo lo que tenemos. La vida y todo lo que la sostiene, y lo hace por amor, sólo con el interés de que la conservemos eternamente. Por eso nos llama a su Viña y nos da el trabajo con el que podamos ganar el salario de la eternidad.

No dejemos de acudir a su llamada, ni tampoco el estar atento a su invitación y a dejarnos encontrar, pues es Él quien nos busca primero.

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