El criterio del mundo es ganar y ganar, y todo lo que no sea eso es malo. Todo aquel que no gana, pierde. Y si pierdes no eres bien considerado en este mundo mercantilista y consumista. Sólo es bueno quién produce y gana. Lo contrario te excluye y desecha.
Jesús es rechazado porque proclama todo lo contrario: Quién pierde, gana. Algo tan distante y diferente que no se comprende. Quién pierde su vida ofreciéndola por amor en bien de los demás, termina ganándola para siempre.
Es la cruz que voluntariamente aceptamos cargar: "Dar la vida por amor para aliviar la del otro".
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