lunes, 22 de septiembre de 2014



No es cuestión sólo de cumplimientos sino de hechos que confirmen esos cumplimientos. No puedes decir que amas si luego robas, delinques, transgredes o matas. Porque decirlo no es hacerlo, y de la palabra a los hechos, como dice el refrán, va un trecho.

Por eso, hacer la Voluntad de Dios no es solamente cumplir una liturgia, ritos y normas, ¡que lo es!, sino también dejarse la piel en el amor por aquellos que necesitan de ti para superar los obstáculos de tu vida. Lo uno sin lo otro dan como resultado mentira.

Amar en esas coordenadas es lo que cuesta y lo difícil. Porque así nos amó y nos ama Cristo Jesús, y así quiere que amemos el Padre. Esos que así lo intentan hacer son realmente sus hijos.

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