No es cuestión sólo de cumplimientos sino de hechos que confirmen esos cumplimientos.
No puedes decir que amas si luego robas, delinques, transgredes o
matas. Porque decirlo no es hacerlo, y de la palabra a los hechos, como
dice el refrán, va un trecho.
Por
eso, hacer la Voluntad de Dios no es solamente cumplir una liturgia,
ritos y normas, ¡que lo es!, sino también dejarse la piel en el amor por
aquellos que necesitan de ti para superar los obstáculos de tu vida. Lo
uno sin lo otro dan como resultado mentira.
Amar
en esas coordenadas es lo que cuesta y lo difícil. Porque así nos amó y
nos ama Cristo Jesús, y así quiere que amemos el Padre. Esos que así lo
intentan hacer son realmente sus hijos.
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