Nuestra vida rueda sobre normas que la regulan. Y
es que necesitamos que nuestra vida esté normalizada. Dios nos ha puesto
también normas, normas que se resumen en el mandato del amor.
Vivir la primera parte de ese mandato no es tan
difícil. Amar a Dios, más que difícil nos resulta fácil. De hecho creo que casi
todos cumplimos bien esa parte del mandato.
Sin embargo, la segunda parte que da cumplimiento
a la primera, “amar al prójimo” tiene más dificultades, y para ello necesitamos
la Gracia de Dios. Porque sin lo segundo de nada nos sirve lo primero.
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