Sabemos que las posibilidades de que una semilla eche raíces profundas y dé buenos frutos dependen de que esa tierra esté bien abonada, y también bien cuidada o cultivada. Difícilmente dejada a su suerte producirá buenos frutos.
De la misma forma, la vida de cada persona dará buenos frutos en la medida que se cultive, se discipline y se exija renuncias y entregas generosas. Porque sólo en el amor encontraremos la perfección y la felicidad.
Y de ese esfuerzo nacerán los verdaderos y buenos frutos. Porque la única agua bien abonada y rica en vitaminas para dar buenos frutos es el amor.
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