Cuando dictamos una ley procuramos que se cumpla, más si nos encontramos frente a ella, y nos vemos perjudicados o molestos, procuramos saltárnosla y mirar para otro lado. ¡Total una excepción no perjudica a nadie ni pasa nada!
Pero cuando es otro, si no es un amigo o conocido, quien se enfrenta al cumplimiento de esa ley, obligamos a su cumplimiento sin compasión ni lamentos. La ley está para cumplirla.
Una de esas injusticias, de los legisladores y poderosos, denuncia Jesús en el Evangelio de mañana. La ley está para que todos la cumplan, pero siempre por debajo y para el servicio y bien común del hombre.
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