Lo importante en la vida es descubrir las prioridades. Pero dentro de las prioridades, la prioridad. Y la prioridad es amar a Dios, porque si amas a Dios te esforzarás en amarte tú mismo, pues eres consecuencia de su Amor, y amándote tú amarás al prójimo.
Nunca podrá la ley ser prioridad ante el hombre, porque el hombre es fruto del Amor de Dios. Él es el centro de la Creación y Dios lo ha creado para darle plenitud de felicidad eterna.
¿Cómo se atreve el hombre a priorizar la ley antes que al mismo hombre? No hay otra razón que su soberbia y su sometimiento al Maligno.
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