lunes, 12 de enero de 2015



El interés por una persona va unido a lo que pueda ofrecer esa persona. Llamar la atención exige hacer cosas extraordinarias y fuera de lo común. Lo natural y ordinario no levanta a nadie de su asiento. Por eso, Jesús, aprovechaba el momento oportuno para demostrar su Divinidad y proclamar que era el Hijo de Dios.

No lo hacía con otro interés, pues su misión era dar a conocer el Amor del Padre y la oferta de salvación para todos los hombres. Hoy sigue realizando prodigios y llamándonos a la conversión a través de la Iglesia, sin embargo, como ayer, son muchos los que se muestran indiferentes.

A pesar de todo, Jesús es el Hombre más famoso que pueda existir. Su fama se ha extendido por todas partes. No sólo por su comarca, Galilea, en su tiempo, sino que, ahora, por todo el mundo.

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