Advertimos, quizás un poco tarde, que lo que perdura no es
lo material, sino lo espiritual. ¿Cómo no nos damos cuenta antes? Porque
pasamos mucho tiempo afanado por las cosas de aquí abajo, y dejamos escapar las
de arriba.
Y nos cansamos de experimentar repetida veces la misma
historia, pero no nos decidimos a dar el paso. En los afanes de este mundo no
encontramos la Vida sino la muerte.
Sería bueno pararnos y reflexionar seriamente. El sentido de
esta vida pierde su sentido, valga la redundancia, cuando vendamos nuestros
ojos con las cosas caducas de este mundo.
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