Jesús nos advierte de los peligros. Él ha sido perseguido
hasta ser condenado injustamente, y nos previene que nos ocurrirá lo mismo a
nosotros. Y como perdonó Él también nos tocará a nosotros perdonar.
La Verdad será siempre atacada por los que quieren vivir
en la mentira. El egoísmo prefiere la mentira porque así puede inclinar la
balanza según sus intereses. Y esto será inevitable.
Los creyentes en Jesús son perseguidos. Lo fueron ayer y lo
son hoy. Posiblemente nuestro camino conduce al martirio, pero, precisamente,
de él nace la verdadera alegría, el gozo y la paz eterna.
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