Puesto a reflexionar descubrimos que vamos detrás de algo.
Quizás un viaje, una lotería, un premio, un trofeo, los hijos, nietos…etc. Hay
un motor que nos impulsa a vivir y caminar hacia delante.
Eso que perseguimos es la felicidad, porque en ellas ponemos
nuestra ilusión y deseos de vivir. Pero también descubrimos que esa felicidad
no es la que nos llena plenamente. Y nos desencantamos, pero no nos queda más
remedio que seguir…
Hay un camino verdadero que sí que nos lleva a la auténtica
felicidad. Ese Camino empieza en Jesús y termina en Él para luego eternizarse.
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