martes, 23 de junio de 2015



Una vida da vida, valga la redundancia, a otra. Pero eso no le da derecho a decidir sobre ella. Cada vida tiene su propia independencia como ser vivo, aunque durante bastante tiempo la engendrada dependa de los cuidados de la que la engendra.

Lo verdaderamente importante es alcanzar la metan que una inicia y otra ya ha iniciado. Ambas tendrán que recorrerlo, juntas y por separadas. Porque cada uno será responsables de sus actos, aunque se influyan mutuamente.

Al final el resultado será alcanzar esa puerta estrecha que nos da paso a la verdadera Vida, plena de felicidad y eternidad.

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