Todos descubrimos donde está el bien y el mal. Sabes que es
bueno y que es malo. Y te sienta mal no hacer el bien.
Ocurre que, aún haciendo el mal, tú quieres hacer el bien. Y
sabes lo que está mal y lo que está bien. Te experimentas impotente ante tus
propios actos y te siente esclavo de tus propias pasiones y apegos.
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