lunes, 28 de septiembre de 2015




La vida es un camino que a veces se tuerce, pero  no comprendiendo el por qué y, excluyéndonos nosotros, buscamos justificaciones para que otros paguen por nuestras culpas o justifiquen nuestro cambio de actitud.

Nos sentimos con derechos, y los exigimos. Sin embargo no luchamos con la misma fuerza por los derechos de otros. Incluso, sucede que permanecemos pasivos ante la tragedia de los demás.

Muchos sufren cautividad injusta y son despojados de sus derechos de libertad. Pero otros no se hacen eco, ni tampoco hacen lo que realmente debe hacer, evitar esas injusticias. Resulta fácil en muchos momentos echarle la culpa a Dios porque Él no protesta ni nos hace daño.

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