lunes, 12 de octubre de 2015




El joven rico cumplía con los mandamientos desde pequeño, pero al parecer eso no basta cuando nuestro corazón está apegado a las riquezas.

Porque el mero cumplimiento no nos salva ni nos libera. Limitados a cumplir con la norma, actuamos de forma despreocupada e indiferente ante los problemas de los demás.

Y eso nos esclaviza y no nos deja amar. Seguir a Jesús exige, por encima de todo, amar. Y el amor implica tener en cuenta a todos aquellos que sufren.

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