viernes, 9 de octubre de 2015



Jesús sufrió el asedio y tentaciones del demonio. Lo conoce muy bien. Ya lo tuvo tentándolo cuando se retiró al desierto y en muchos momentos de su vida en este mundo. Sabe que tiene poder, pero con Él no puede porque está auxiliado por el Espíritu Santo.

El Señor nos protege y nos libera de sus garras, pero necesita nuestra libertad y consentimiento. Nos pide nuestra confianza en Él. Ha venido, enviado por su Padre, precisamente a eso, a liberarnos de la esclavitud del pecado a la que
el demonio quiere atarnos.

Y en el Señor estamos liberados. Ese es su Mensaje de salvación. Él lo expulsa de nuestra vida y nos salva. Por eso necesitamos estar en y con Él abiertos a la acción y la Gracia del Espíritu Santo.

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