La vida es una
lucha por alcanzar reconocimiento y alabanzas. Sin ella no te siente estimulado
y pierdes la motivación del esfuerzo por esmerarte en hacerlo bien y ganar.
Sin embargo,
Jesús lo cambia todo. Se fija en quien hace las cosas en oculto, sin buscar
reconocimiento ni alabanzas. Y además, no mira la cuantía ni el valor de lo
hecho o dado, sino la intención y la medida de lo compartido.
Porque no es lo mismo dar que compartir. Pues cuando
se trata de dar, puedes dar de lo que tienes mucho y te sobra, mientras que si
compartes, partes y repartes de lo que tienes.
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