domingo, 17 de enero de 2016



La vida se nos ha dado con una carga de talentos y cualidades. Es posible que esos talentos queden sepultados y dormidos en el fondo de las tinajas de nuestro corazón, contaminados por nuestros propios pecados.

El reto es purificarnos y transformar esos talentos adulterados en talentos útiles, para lo que han sido puestos en el corazón. El hombre ha sido creado para amar. Y se trata de realizar esa misión. Lo contrario sería no responder a nuestro compromiso de amor.

Se trata, pues, de transformar todos nuestros talentos en el buen vino que, aparte de oler y perfumar toda nuestra vida, nos da los frutos que buscamos y deseamos poner al servicio de los demás.

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