Hay una diferencia entre la intención y la consumación del hecho para la ley. Aunque ambas tienen pena, difiere mucho el tiempo y el castigo para una u otra. La intención se mide de una manera, y la consumación del hecho de otra. Para los hombres tiene sentido, pero no es lo mismo para Dios.
Jesús nos dice hoy: Habéis oído que se dijo a los antepasados:
‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo
aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el
que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que
le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego (Mt. 5,
20-26).
Para Jesús la intención tiene el mismo valor que el de
consumar el acto. De modo que el deseo consciente y querido determina ya la
imputación del acto a pesar de no consumarse. Uno traiciona cuando en su corazón la traición es aceptada y pactada, a
pesar de no poder ejecutarla.
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