lunes, 1 de agosto de 2016



No se trata de decir Señor, Señor, sino de tratar de hacer la Voluntad del Padre. Y la Voluntad del Padre es clara: “Amarnos”, pero un amor que nos haga sentirnos hermanos y preocupados los unos por los otros hasta el punto de convivir fraternalmente en justicia y verdad.

Porque el mundo no tiene falta de pan, sino de justicia, verdad y amor. La tierra es abundante, pero no para que se apropien de ella unos pocos, sino que sea en función de todos y para beneficio de todos. Jesús sintió compasión de aquellos hombres dispersos, sin saber o tener donde ir.

Porque, supongo, que los que le seguían tenían necesidades y falta de muchas cosas. Hoy hay también gente que le sigue. Quizás no busquen el pan espiritual, pero si el materia. Y Jesús les atendía sus necesidades materiales. Y son esas las que tendremos también nosotros que atender, porque el amor empieza por llenar el estómago.

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