sábado, 1 de octubre de 2016



No son las cosas de este mundo las que nos dan alegrías plenas, porque las alegrías, valga la redundancia, de este mundo son efímeras, caducas y no te dan plenitud. Por lo tanto, lo inteligente y se impone es buscar, caso de que las hayas, alegrías plenas y eternas.

Sin embargo, la ceguera del hombre le impulsa a seguir buscando esas alegrías que desea en el lugar donde no las podrá encontrar. Y esa ceguera le pierde y hace inútil su esfuerzo. Quizás le falte la fe suficiente para darse cuenta que la vida no está en este mundo.

Y, encendida esa luz, empezaremos a pensar que nuestro tesoro no está aquí, en este mundo, sino en otro lugar. Buscarlo por nuestra cuenta es asegurar el fracaso. Necesitamos que Alguien nos ilumina y nos llene de fe para, creyendo en Él, podamos encontrar el camino de la verdadera Vida.

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