El Evangelio de hoy nos habla
de Zaqueo. Un hombre que sentía curiosidad por conocer a Jesús. Podíamos decir
que le seguía oculto, quizás por miedo a no ser admitido o por vergüenza. Pero,
enterado que pasaba por Jericó se puso por obra aprovechar la ocasión.
Advirtiendo que la gente le
impedía poder verlo, pues era bajo de estatura, no reparó en subirse a una
higuera por donde suponía iba a pasar Jesús. Su obsesión era verle y estaba
decidido a superar todos los obstáculos que se lo impedían.
Lo que nunca esperó fue la acogida con la que le
sorprendió Jesús. Mirándole le invitó a bajarse y auto invitándose le propuso
comer en su casa. Le encantó esa deferencia que tuvo con él y se sintió
importante, perdonado y valorado por Jesús. Experimentó el gozo y la alegría
que el encuentro con Jesús tiene siempre como resultado.
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