lunes, 21 de noviembre de 2016

Hoy, Jesús lo deja claro en el Evangelio. Observa y descubre que muchos dan grandes sumas de las que hacen ostentación y ruido para ser vistos. Pero su valor, aun siendo grande económicamente, no lo es delante de Dios, pues esas limosnas no dan dolor, ya que les sobra, y sí honores.

Jesús, por el contrario, enaltece y alaba la actitud de la viuda, que siendo pobre, da de lo que tiene, aún quedándose con poco o nada. El valor de la caridad no está tanto en la cuantía sino en el desprendimiento. Es generoso aquel que es desprendido y su corazón está liberado del egoísmo de poseer.

Porque quienes están sometidos a tener, tanto material como espiritual, se apoderan de los bienes y de la espiritualidad e intenta someter a los demás. Porque el dar implica no pedir cuenta, sino ofrecer disponibilidad y servicio. En nosotros se puede entender bien, pues nos ha sido dado todo, incluso la salvación sin ninguna condición.

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