Ocurre que no hacemos lo que habita en nuestro corazón. Tratamos, cuando nos interesa, de engañarlo justificando nuestra actitud. Intentamos distorsionar la realidad y acercarla a nuestros egoísmos e intereses.
Así, primero anteponemos lo que nosotros valoramos como más importante despreciando lo que no nos parece de gran valor. Son nuestras apetencias y egoísmos las que prevalecen.
De esta forma, la vida pone las cosas en su sitio. Todo ocupa su verdadero espacio y su también verdadero valor. La fidelidad se descubre en lo sencillo y en lo pequeño, porque de estar ahí también estará en lo grande.
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