Eso fue lo que ocurrió con Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Tuvo dudas de que lo que le decía el ángel se cumpliera. De esta
manera quedó mudo hasta que lo anunciado tuviera cumplimiento. Y es que muchas
veces nos cerramos a lo que Dios ha pensado con nosotros y le impedimos que
actúe.
La Gracia del Señor necesita nuestra disponibilidad. Necesita
una tierra abonada con y por los sacramentos, que nos da Vida de Gracia, y, por
la cual, el Espíritu Santo actúa en nosotros preparándonos para la misión que
el Señor nos haya encomendado. Eso significa estar vigilantes y expectantes, es
decir, preparados.
Así, como María y
José, vivamos la Vida de la Gracia pacientemente y dócilmente, abiertos a lo
que el Señor disponga de nosotros y disponible para hacer su Voluntad. Y
pidamos esa fortaleza, voluntad y generosidad para estar prestos, atentos y
expectantes a responder a su Voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.