Juan nos hablaba del Mesías prometido, y todo lo nuevo nos
asusta o no coincide con lo que nosotros tenemos pensado y asimilado. El mismo
Juan llega a dudar de si hay que esperar a otro o ya ha venido el que esperábamos.
Y es que nos creamos nuestro mismo Mesías.
Jesús, el Mesías esperado e Hijo de Dios Vivo, no coincide
con el que el pueblo se había formado. Sobre todo los poderosos y sumos
sacerdotes. Ellos tenían otra idea elaborada por ellos mismos. No les cuadraba
la figura de Jesús ni tampoco su Mensaje.
¿Nos ocurre a
nosotros también? Quizás también esperamos un Mesías a nuestra medida y nos
molesta cuando su mensaje no coincide con el que nosotros pensamos o nos gusta.
Ser pobre y humilde es abajarnos y despojarnos de nuestras ideas y aceptar lo
que el Señor nos propone.
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