No cabe duda que el hombre no ha sido creado para morir. Eso
no tiene ningún sentido, pero lo peor es que el hombre se resigna y antes la
disyuntiva de elegir la vida, opta por la muerte, aceptando lo que este mundo
caduco le ofrece. Así, ante la realidad que vive experimenta que la vida se le
acaba.
Sin embargo, el hombre que elevando su mirada al cielo, escucha
la Palabra que, venida de lo alto, acampa entre los hombres, experimenta que su vida renace y
se llena de esperanza. Su corazón se renueva y se transforma en un corazón
nuevo, lleno de vida y esperanza. Esperanza de una nueva vida. Vida Eterna
junto al Padre.
Hoy, a las puertas de
comenzar un año nuevo, renovemos la esperanza de una vida nueva. Una vida que
no termina en este mundo, sino que, acabada aquí su camino, empezará la verdadera
vida a la que estamos llamados. Vida plena y gozosa eternamente.
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