domingo, 26 de marzo de 2017

Las cosas se suceden por su propia inercia. El mundo echa a andar y tiene sus leyes. Leyes que, en muchos casos son deterioradas por el mal uso de los hombres. Entonces su funcionamiento se altera y se producen fenómenos anormales y trágicos. Lo padecen los mismos hombres.

En este contexto, la desobediencia del hombre trae consecuencias que inciden en él mismo. Y la acción de Dios, por Amor y Misericordia, le libra, en muchos momentos, de esos peligros. Todo para ayudarle al hombre a abrir los ojos y darse cuenta que Dios es el Señor de todo lo visible e invisible.

La cuestión es que, el hombre experimenta sus propias limitaciones y se da cuenta que la vida, sin Dios, está condenada al sufrimiento y el infierno. Darle la espalda al Señor es caminar por una vida sin sentido y absurda. La única esperanza es encontrarse con el Creador, Señor de la vida y la muerte.

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