sábado, 25 de marzo de 2017

Lo primero que recibió María fue un saludo alegre: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Son las primeras palabras del Ángel Gabriel. No la saluda ni le dice hola, sino la invita a alegrarse, porque ha sido la elegida para ser la Madre del Hijo de Dios.

¿Puede haber alegría mayor? Y para nosotros eso significa que también debemos estar alegres, porque tenemos una Madre común con el Señor y porque también, por la encarnación, Dios se hace Hombre y baja a nuestro mundo a liberarnos del pecado.

Por lo tanto, vivamos con alegría el sabernos salvados y llamados al gozo y plenitud de la vida eterna. Vivamos con alegría porque tenemos a María, la Madre que nos protege y cuida, y nos lleva al Señor, su Hijo, Fuente de Agua viva que salta a la Vida Eterna.

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