La primera aparición
de Jesús como el enviado es en el río Jordán, y lo avala su Padre, -Mt 3, 17-.
Más tarde, en el Tabor, Jesús confirma sus orígenes y su envío, al
transfigurarse y aparecer con Moisés y Elías, -Mt 17, 1-9-, y luego lo
testimonian las Escrituras.
Sin embargo, nuestra
soberbia es tan poderosa que nos oculta la verdad y distorsiona la realidad. No
le vemos, teniéndole presente ante nuestros ojos. Buscamos justificarnos y, sin
conocerle, nos auto engañamos para rechazarle. No nos fiamos de su Palabra y de
sus Obras.
Pero, lo peor no es eso, sino que no le
escuchamos ni tampoco nos acercamos a conocerle y a ver que nos dice y nos
propone. Necesitamos tiempo para reflexionar y escuchar antes de decidir,
Porque, Jesús, lo que nos propone es la felicidad eterna. Precisamente lo que
busca el hombre. ¿No te interesa?
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