domingo, 2 de abril de 2017

No hay mayor regalo que la propia vida. Sabemos cómo se produce y de donde nace, pero no sabemos por qué y cómo. Si, conocemos la vida y su concepción, y los protagonistas que la fecunda, pero como la semilla, ¿quién la fabricó? Se nos hace un misterio inexplicable.

Mucho podemos, como aquellos fariseos y escribas, justificar y alegar, pero el don de la vida es un misterio y sólo, quien es capaz de crearla y hacerla vivir será quien la puede también donar y regalar. La vida es nuestro mayor regalo. Se nos ha dado para también transmitirla y cuidarla, y, sobre todo, para amarla.

Y la amamos cuando la cuidamos, la protegemos y la transmitimos. Y cuando somos capaces de darla por el bien de todos. En eso consiste el amor. En estar dispuesto a dar la vida por el otro. Así nos lo dice Jesús, y así también lo hizo. Nos la regala y nos la defiende y nos la promete hacerla eterna en gozo y felicidad.

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