Pero eso, no es ni pertenece a un tiempo concreto, ni
tampoco a unas circunstancias especiales. Pertenece a todos los tiempos y en
cualquier circunstancia. La vida de las personas está detrás de los intereses y
ambiciones de los hombres del poder y la riqueza. Sus voluntades quedan
sometidas y esclavizadas por esas ambiciones.
Así sucedió en tiempo de Jesús. Algunos creían más en el
poder y el dinero como medios para conseguir sus propósitos. La libertad la
condicionan a la fuerza, y la fuerza, valga la redundancia, se consigue con el
dinero y el poder. Por eso, ante la propuesta de Jesús, el amor, nada entienden
y lo rechazan hasta el punto de traicionarlo.
Pero, el problema es
todavía más profundo. Porque no se trata de juzgar, ni tampoco de quedarnos
fuera. Nosotros, los de este tiempo, también estamos implicados. Porque de
alguna manera también le rechazamos y le marginamos cuando en nuestras vidas lo
que prima es el poder y el dinero, y los valores, la generosidad y la verdad se
quedan marginadas.
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