Observamos que en el mundo libre y salvaje animal se vive en
permanente peligro. Pero, un peligro por subsistir. Se mata para comer, y no
hay otra ley que la del más fuerte. Sin embargo, en nuestro mundo,
aparentemente respetado y con derechos humanos, se mata por envidia, por
ambición, por vanidad, egoísmo, poder, riqueza…etc.
No hay mucha diferencia con ese mundo salvaje de los
animales. Cada día muere mucha gente, y no sólo por descuidos o accidentes,
sino por negligencia, por guerras, abortos, robos, terrorismo…etc. Es un mundo
lleno de hierbas malas que amenazan a las buenas semillas con destruirlas.
La cizaña, plantada
por el Maligno, cohabita con la buena semilla. Crece junta a ella y sus
intenciones no son otras que las de ahogarlas y destruirlas. Necesitamos
perseverar y sostenernos en la Palabra, los Sacramentos e injertados en el
Espíritu Santo mantenernos firmes hasta la hora de la siega.
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