El hombre no sabe el tiempo
ni la hora. El momento final es el resultado de la suma de momentos que
conforman nuestra vida. De tal forma que no podremos cambiar el resultado
final, si durante el camino de nuestra vida nuestros actos han sido malos y en
desacuerdo con nuestro bueno corazón. Por eso, necesitamos prepararnos, y eso
exige una atenta y constante actitud de prepararnos.
Por eso, nuestro Señor ha
dejo instituida su Iglesia, en la que podemos, unidos a los demás, prepararnos
y estar en constante y permanente vigilia. Por eso, el Señor ha instituido los
sacramentos, para fortalecernos en ellos y, asistidos en el Espíritu Santo,
vencer las dificultades que nos salen al paso.
Sobre todo, el Sacramento de los Sacramentos, la
Eucaristía. Donde está el Señor real y presente, bajo las especies de pan y
vino. Y donde se transforma en nuestro alimento espiritual para convertir
nuestro corazón de piedra en un corazón de carne amoroso y misericordioso. Por
eso, nuestra vigilancia debe ser constante y, siempre, dentro o cerca de la
Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.