miércoles, 30 de agosto de 2017

La convivencia es el espacio que nos da la oportunidad de demostrar nuestro amor al Señor. De modo que vivir en la hipocresía rompe todo esfuerzo por convivir en paz y fraternidad. Porque, amar no consiste en soportar la mentira y la injusticia, ni los intereses de los que buscan, quizás sin darse cuenta, satisfacer su ego personal.

Jesús, el Señor, los descubre y señala con dureza: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!». Y no deja lugar a duda. Porque muchos cristianos, aún de forma irreflexiva e inconsciente, practicamos la doble vida.

Tratemos, a la Luz del Espíritu Santo, descubrir nuestra hipocresía y esforzarnos en presentarnos puros, sinceros, honrados y justos ante los demás. Tratemos de no desear nunca nada que nosotros no deseemos, y, aún así, pidamos siempre luz para encontrar siempre el buen discernimiento en la verdad y la justicia.

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