La hipocresía tiene su fundamento
en la mentira. Si tus palabras no van acorde con tus acciones, el resultado se
transmite en mentira. Luego, tus hijos que ven eso quedan confundidos y
desorientados. No entienden que sus padres digan blanco y pinten negro.
Ese testimonio les
desconcierta y les deja confuso y perdidos. Les llena de dudas y les será
difícil discernir. Se pierden entre lo bueno y lo malo, porque ven que sus
padres, sus referentes más inmediatos y en los que creen ciegamente, hacen esto
y viven lo otro.
Tenemos gran responsabilidad en adecuar nuestras
palabras con nuestros actos. Somos responsables de lo que transmite nuestra
vida, sobre todo a nuestros hijos. Y la sociedad será parte de lo que nosotros
transmitamos a nuestros hijos, porque ellos son el futuro de las próximas
generaciones que la formen.
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